40 aniversario de Héroes del silencio, por Natalia Soto

¡Patataaa! Sonrisa forzada y… listo. No me gustan las fotos. Joaquín ha tardado mogollón en hacerla. Fijo que salgo con los ojos cerrados o mirando donde no era. Encima me pone nerviosa. Pero no se da cuenta, o disimula fenomenal. El último trago de cerveza cae por mi garganta ya sin refrescar… ¡Pero qué calor hace hoy! Si solo es junio… Habrá que pedir la siguiente ronda. Me giro y al fondo, por la ventana del Bandido, se ve la barra a reventar. Paso de levantarme… Juan se ríe sin parar contando la liada de ayer en el local. Es gracioso ¿verdad? Muy gracioso. No me imagino a este chico serio. Le pido una Ambar a Juan que se ha decidido a rellenar su vaso también. Dice que no, pero creo que lo quiere intentar con la de Jesuitas. Tiene alma de rock star. Enrique siempre lo dice. Por cierto, hoy pincha en la Estación. Imagino que luego nos pasaremos…

Aquella noche los tres terminaron en casa de mi prima Eva escuchando discos de U2 y comiendo magdalenas. O eso cuenta la leyenda porque la chica de la foto es mi prima. Siempre se dice que los primos son los hermanos mayores que uno no tiene. Y así lo siento. Me transmitieron su pasión por un grupo, por una música y por un momento de la historia de Zaragoza donde las bandas tocaban en locales y despertaban las emociones de una generación que disfrutaba de una libertad recién estrenada.

A través de sus historias, Héroes marcó mi infancia. Los cassettes grabados y los cuatro duros reunidos para comprar discos, mi adolescencia. Su separación me hizo adulta. Sus canciones nos acompañaron en viajes, en noches interminables… Hasta sonaron en nuestras bodas. Su regreso a los escenarios permitió a los de mi edad disfrutar de Héroes por una sola vez en directo. Por un momento, fuimos como aquellos jóvenes que vieron a cuatro críos con ganas de comerse el mundo en el cine Pax o reventaron la En Bruto. Y dejaron una llama prendida, la de su vuelta. La que nunca llega…

Hacer un reportaje sobre ellos ha sido una de las oportunidades más bonitas que me ha dado este trabajo. Me permitió revivir muchos momentos de mi vida. Traer a la memoria de otros viejas anécdotas. Y por supuesto, conocer de cerca a los Héroes del Silencio. O al menos, a alguno de ellos.

Felices 40 para ellos. Felices 40 para todos nosotros.